Por: Kasandra Islas
Cuatro personajes a punto de tener una idea brillante para escribir la más grande historia de amor, son los protagonistas de una obra que nos ejemplifica la fusión entre la televisión y el teatro, que, tal vez, llegará a ser el futuro de una puesta en escena.
Enamorarse de un incendio, es un proyecto que se presenta en el Teatro Rafael Solana y que puedes amar u odiar en el primer minuto después de la tercera llamada. La experiencia que vives es diferente a la del teatro convencional, todo, realmente todo, es distinto: las llamadas son anunciadas por la pantalla, los actores entran y salen del escenario antes de que inicie la función, no existe la tramoya de iluminación y la actuación se vuelve una mezcla extraña entre dos técnicas.
Es algo completamente innovador, pero ¿hasta qué punto se vuelve una desventaja tener al espectador tratando de esquivar al camarógrafo que está encuadrando las escenas más importantes para transmitirlas a una pantalla que se encuentra en la parte superior del escenario?

Este factor hace que pierdas por completo la oportunidad de disfrutar las acciones de los actores en vivo, para mejor admirarlas desde el punto de vista de un director de cámaras, que está indicando lo que se tiene que mandar a la televisión. Sinceramente, observas lo que otra persona quiere que observes.
Aquí es donde las opiniones se dividen. Por un lado, se habla sobre lo que el autor o director quieren transmitir; por fin encontraron una forma de enseñarle al público exactamente lo que quieren que vean. Por el otro, el público se siente limitado por la supresión de la posibilidad de captar las expresiones de los demás personajes. Presentando estas opciones podemos decir que ninguna es del todo correcta, las dos son respetables y completamente dependientes del gusto del espectador.
No me puedo quedar sin analizar el contenido, como lo es el libreto, que fue opacado por la novedad de tener cámaras en escena. El texto me parece rebuscado y exagerado. A pesar de que las historias de los personajes se entrelazan de una manera muy ingeniosa, no dejan lugar a la imaginación.
Es importante resaltar que, yo no logré ninguna conexión con el mensaje de la obra y menos con algún personaje, que es una de las consecuencias de tener camarógrafos interrumpiendo el mensaje de cada diálogo y, una mala iluminación en el escenario, pues las sombras en los rostros de los actores eran tan duras, que borraban, completa o parcialmente, su expresión.
Lo que se aplaude de esta puesta en escena es la bocanada de aire fresco que le regala a los amantes del teatro, porque la evolución de esta disciplina, como en muchas otras, depende de nuevas maneras de reinventarse.
¿Qué tan bueno puede ser enamorarse de un incendio?
Abre tu mente y no le tengas miedo al cambio. Es importante respetar la propuesta de esta producción porque quizá es lo que nos permitirá conocer diferentes perspectivas de la historia que se pretenda contar al montar una obra de teatro.
Funciones: miércoles 20:45 hrs.
Calificación Cuando abre el telón: 3 de 5 estrellas.
Fotos: Michelle Rangel