Por: Sebastián Bulla*
Lo que se acaba de vivir en el #AMT2019, no se había sentido en Acapulco: dos personas en estados completamente diferentes, se vieron cara a cara en el estadio principal del torneo, para un partido que nunca se va a borrar de las arenas del Pacífico mexicano y de las mentes de los que asistieron.
Nick Kyrgios, quien llegó cargando molestias en las rodillas y una infección estomacal, decidió jugar en la arena central ante el favorito: Rafa Nadal.
El partido prometía, pero ninguno se imaginaba lo que estaba a punto de pasar.
El primer set fue extraño. Kyrgios, notoriamente molesto por su condición, parecía sólo estar parado en la cancha para cumplir con el compromiso. Por el otro lado, Nadal se imponía y hacía sentir su presencia, intentando evitar cualquier asomo de reacción por parte del australiano. Las cosas parecían irse por el lado corto y el estadio perdía la esperanza de ver magia en la cancha. El set se acababa con un contundente 6-3 a favor del español.

Para este momento, Kyrgios contemplaba la posibilidad de retirarse y llamaba al equipo médico para consultar su decisión. Y es aquí, cuando todo cambia.
Uno de los médicos le insistía en que las medicinas harían su efecto y que comenzaría a sentirse mejor con el paso del tiempo. Afortunadamente, Nick Kyrgios decide hacerle caso y seguir jugando.

El australiano comenzó a sentirse bien y su juego mejoró rotundamente. Vimos a un jugador que después de brindarle respeto al tenis de su rival, comenzó a optar por imponer el suyo. Saques potentes que retumbaron por todo el complejo, acompañado de decisiones irreverentes que no sólo terminaron de confundir a un Nadal que parecía estar jugando un partido completamente nuevo.

Ambos mantuvieron la tensión en el segundo set, dejando a todos los espectadores al filo del asiento, hasta llegar a un tie break, en donde el australiano sacó todo su tenis a flote para terminarlo en apenas doce minutos.
El público parecía emocionarse y entraba cada vez más en el partido, apoyando a uno u otro atleta que tenía al frente. El partido estaba servido un set por lado y los dos en su mejor estado anímico.
El último episodio comenzó con dos tenistas que lo dejaban todo en la cancha. Ambos ya sentían que podían desenvainar la raqueta y regalarnos un set para la historia.
Las cosas seguían tensas, las actitudes poco ortodoxas de Kyrgios no terminan de caer bien en la afición más purista y las constantes demoras de Nadal acababan con la paciencia de un australiano que no es muy dado a conservar la calma.
El encuentro se mantuvo igual hasta llegar al 4 -3 sirviendo Kyrgios; 0 – 40 y la cosa parecía acabarse. El de Canberra sacó su mejor arma a relucir: su saque. Cuatro aces después estábamos con ventaja arriba y un Nadal desmoralizado. Cerró el juego para mandar a tie break.
Nadal parecía dominar completamente el desempate final, llevando a Kyrgios a intercambios largos y profundos en los que el tenis del australiano no suele funcionar; tres match points para el mallorquín.

El set se complica y el público ya asume que tiene un ganador. Al saque, Kyrgios sirve dos bombazos que Nadal no pudo contestar de manera efectiva. Tres puntos después y contra todo pronóstico, tenemos una mano en el cielo: Nick Kyrgios haría lo imposible, derrotaría bajo sus propios términos, a una leyenda del “no me rindo”.

No ganó Kyrgios ni perdió Nadal, ganaron los 7,500 aficionados que vivieron este encuentro entre dos guerreros que se entregaron en la cancha por el bien del espectáculo. Se vivió drama, acción, comedia, pero, sobre todo, romance, amor entre una afición y un deporte que le apasiona.
Hoy, el Abierto de Acapulco pasó a la historia por albergar uno de los mejores partidos de tenis que se han visto en las diferentes ediciones del torneo, ¡enhorabuena!
*Escucha a Sebastián Bulla todos los martes, miércoles y viernes a las 13 hrs. (UTC/GMT -6) en Desde La Tribuna, donde están totalmente #LocosPorElDeporte.
Fotos: Abierto Mexicano de Tenis