Por: Sebastián Bulla*
Nick Kyrgios se impuso ante Andreas Seppi en sets corridos 6-3 y 7-5, reflejando perfectamente que se dejó influenciar por sus sentimientos para casi abrirle las puertas a un Seppi que quería más.
En el primer set, se vio el dominio de uno de los jóvenes talentos más prometedores de esta generación. El australiano, de apenas 23 años, consiguió la primera manga en poco más de treinta minutos y todo apuntaba a que la segunda sería igual.
Kyrgios, que comenzó quebrando el saque de su rival, haciendo que éste tirara su raqueta y aventara una pelota afuera del estadio, se derrumbó estando cuatro juegos arriba.

El nuevo niño malo del tenis comenzó a mostrar sus colores cuando lanzó una pelota a la grada por una persona que no se sentó a la velocidad que él hubiese querido y, de ahí, su tenis se esfumó. Comenzó con un juego infantil y poco profesional, dando por perdidas pelotas que cualquier otro hubiese intentado recuperar, abriendo paso a un Seppi que, ante su derrota el día anterior en dobles (igualmente en primera ronda), no quería salir del torneo tan rápido.

Por fortuna de Kyrgios y gracias al talento que todavía puede opacar sus problemas de actitud, se mantuvo, sin siquiera usar su segundo saque, hasta llegar a cinco iguales. Después del juego más largo del partido, logró quebrar y por fin llevarse un encuentro que, si no hubiera sido por la mala actitud del jugador, hubiera terminado en una hora.
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Fotos: Daniel Zapata