Por: Brandon Celaya
Hace más de un año, exactamente el viernes 5 de marzo de 2021, los integrantes del Frente Nacional AntiAMLO (FRENA) abandonaron el campamento que instalaron frente al Palacio de Gobierno para exigir la renuncia del presidente de México Andrés Manuel López Obrador. El plantón contaba con aproximadamente 700 casas de campaña (en su mayoría vacías) y duró casi siete meses. Fueron noches frías en el Zócalo de la Ciudad de México para quienes no se hospedaron en hoteles de lujo, como Gilberto Lozano, líder de FRENA.
El Frente lleva exigiendo la renuncia de López Obrador desde su elección en 2018. Durante sus manifestaciones, entre los mensajes clasistas, se erigen capillas para rezarle a Dios y a la Virgen de Guadalupe… allí se concentran las plegarias de FRENA para que el presidente no termine su mandato, renuncie y se vaya de una vez a “la chingada”.
La oposición de la Cuarta Transformación comparte este deseo de que el proyecto de López Obrador no se cumpla, se retire y deje el país en otras manos. El próximo 10 de abril tiene la oportunidad para lograr esto con la consulta de revocación de mandato. No obstante, en un giro de tuerca digno de película Hollywoodense, cientos de grupos antiAMLO salieron a protestar que el presidente termine su mandato, bajo el lema “Terminas y te vas”.
El domingo pasado, unas dos mil personas caminaron del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución en la Ciudad de México para protestar en contra del proceso de revocación, el cual permitiría a los grupos anti4T acabar con el proyecto que dicen “está llevando el país a la ruina”.
El hecho de que quienes han pedido la renuncia del presidente desde su elección, ahora defiendan su permanencia en Palacio Nacional muestra el carácter verdadero de la oposición en México, que confunde ser un contrapeso político con simplemente llevar la contraria. De ahí que su discurso se contradiga y ahora improvisen marchas para que aquél al que odian permanezca en el poder. En términos prácticos, la oposición y los seguidores de López Obrador ahora luchan por lo mismo: la ratificación del primer mandatario.
Esto demuestra también la debilidad de los grupos opositores: ante su poca fuerza popular y electoral prefieren apelar a la indiferencia. La popularidad del presidente López Obrador ronda el 57 %. Con este nivel de aprobación, es difícil que la revocación se cumpla y el mandatario sea removido de su cargo por voluntad popular. La oposición sabe que, de hacer campaña para quitar al presidente, perdería estrepitosamente en las urnas; por eso prefiere apelar a la indiferencia, a la no participación en la revocación de mandato e incluso marchar para que no se lleve a cabo, para que “termine su mandato el presidente y (ahora sí) se vaya”.
¿Qué pensarán aquellos que fingieron dormir en carpas durante meses para exigir la renuncia de AMLO, de que ahora ellos mismos deben marchar para defender el mandato de quien odian?
Es un lugar común decir que la política en México – y el país en sí – es surrealista, pero la revocación de mandato es una muestra de esto.
El presidente y su partido son quienes promueven con mayor vehemencia la consulta de revocación. Este proceso de democracia nació desnaturalizado, pues lo utiliza el gobierno en turno como una muestra más de su fortaleza y popularidad. Es una extensión más del eterno candidato López Obrador para hacer lo que mejor sabe: campaña electoral. Ahora con miras a que el proyecto de la 4T se mantenga en 2024, cuando ya con permiso del Frente AntiAMLO termine y se vaya.
La revocación de mandato no nació de una ciudadanía harta de su gobernante, no es actualmente una herramienta para controlar al poder. Es, simple y llanamente, un juego de poder del ejecutivo que sabe que resultará triunfante del proceso.
De ahí que la mejor carta de la oposición sea la indiferencia, la no participación ciudadana y los argumentos en contra de la democracia participativa. No les queda de otra para evitar ser arrasados nuevamente en las urnas. Deben tragar sapos y recorrer las mismas calles en las que exigieron la renuncia de AMLO, ahora para defender su permanencia en el poder.