Por: Linda Rodríguez

En unas cuantas semanas, se cumplirá un año desde que nos despedimos -sin saberlo- de la vida que solíamos llevar. El encierro de la pandemia llegó de forma tan abrupta que no tuvimos siquiera tiempo de prepararnos. Dijimos adiós a amigos, conocidos, lugares y experiencias, sin imaginar que duraría tanto algo que pensamos pasaría pronto. Nos encerramos en casa, preocupados por nuestra salud física, sin ver por nuestra salud mental. Los meses siguientes fueron rodeados por miedo, incertidumbre y soledad. Quisimos continuar con nuestra vida cotidiana como si nada pasase. Pensamos que, gracias a la tecnología, todo podría seguir igual sólo con trasladarlo a la distancia.

Tal vez debimos detenernos a entender lo que pasaba a nuestro alrededor, a preguntarnos cómo nos sentíamos. Vivimos un cambio drástico en nuestra vida diaria, sin posibilidad de sentarnos a reflexionar. Es cierto que todo va a estar bien, eventualmente, pero también es cierto (y válido) que, en este instante, no lo estemos. Si bien hay algunos que se adaptan inmediatamente, a otros aún nos cuesta entender cómo vivir en esta nueva realidad. Conocemos las medidas para cuidar nuestra salud física, pero es momento de que nos ocupemos -con igual cuidado- de lo que pasa dentro de nosotros.

Si tú te sientes o te has sentido así, déjame recordarte que no estar bien, también está bien. Abre el diálogo contigo y comienza a comprender lo que estás sintiendo. ¿Estás triste? ¿Tienes miedo? ¿Qué te preocupa? ¿Te sientes responsable por los sentimientos de quienes te rodean? ¿Qué es realmente lo que piensas respecto a todo lo que está pasando en tu vida? Debemos permitirle a nuestro cuerpo sentir, en lugar de sólo reprimir. Si aún no lo has hecho, tal vez ahora sea oportuno. Si tienes miedo, puedes hablarlo con alguien de confianza. Incluso, si consideras que esto es más de lo que puedes tolerar, recurre a un especialista.

Las circunstancias en las que vivimos nos han permitido pasar más tiempo con nosotros mismos, por lo que -hoy más que nunca- es importante vivir en armonía con lo que sucede en nuestro interior. Todo cambio es un proceso y cada proceso lleva su propio ritmo. Está bien no estar bien, pero confía en que todo lo estará. Cuida tu salud física, y no olvides lo importante que es tu salud mental.