Por: María Fernanda Tello
A lo largo de nuestra vida experimentamos cambios, todo el tiempo, particularmente emocionales. Es común que nos sintamos bajoneados, alegres, enojados o tristes; a veces sin saber la razón, lo que puede frustrarnos.
Al iniciar la pandemia de COVID-19 y con ello la cuarentena, las familias -en general- presentaron cambios psicológicos. El impacto fue tal, que el inusual confinamiento elevó, entre otras cosas, el nivel de ansiedad en personas de todas las edades.
¿Cómo se siente la ansiedad?
Sentir ansiedad por alguna situación podría aparentar ser normal, puesto que muchas veces se deriva de una sensación de miedo o preocupación, como el querer hacer las cosas bien y que todo se encuentre en orden; a diferencia de aquellas personas que sufren trastornos de ansiedad y padecen ataques, incluso, por circunstancias tan simples en el día a día.
Pongamos un ejemplo para que quede más claro. La fobia a volar puede causar ansiedad, puesto que (como mencioné previamente) es un miedo intensificado, ya sea a las alturas o a que el avión sufra un desperfecto o un accidente en vuelo. ¿Ya te das una idea? Si tienes una fobia a algo, podría provocarte un ataque de ansiedad. Algunas fobias provienen desde la niñez, otras se originan en la adolescencia, las cuales se van desarrollando por algún trauma o una situación “negativa” que haya causado ese miedo. Indaga en tus recuerdos y descubrirás el por qué le tienes miedo, por ejemplo, a las arañas o a la sangre. Haz el intento, te servirá para conocer tus detonadores y entender por qué reaccionas de manera específica ante circunstancias, objetos o personas.
¿Cómo identificarla?
Si la ansiedad no se identifica o se trata, puede convertirse en un trastorno difícil de controlar y, por tanto, en un impedimento para la realización de actividades cotidianas.
Los siguientes son algunos de sus síntomas:
- Agitación o tensión, estar muy nervioso
- Sensación de peligro próximo a suceder, pánico
- Aumento del ritmo cardíaco
- Respiración acelerada, hasta llegar a la hiperventilación
- Sudoración constante (comúnmente en las manos)
- Temblores (en manos y piernas es muy común)
- Problemas de insomnio
- Necesidad de evitar las situaciones que generan ansiedad
- Debilidad o cansancio
Si bien existen muchos tipos de ansiedad, hablemos un poco acerca de la ansiedad generalizada. Las personas que la padecen, sienten una preocupación persistente y excesiva por actividades diarias, eventos, o simplemente situaciones de rutina. Es muy común que, como jóvenes, sintamos ansiedad por las calificaciones, mantener la beca o evitar que nuestros padres nos exijan más de lo normal. También, el obsesionarnos con llegar temprano o a tiempo a un lugar, puede conducirnos a un episodio de ansiedad. ¿No te ha pasado que te enojas con tu hermano porque fue ‘su culpa’ que llegaras tarde a la escuela?
La ansiedad, de igual manera, es un estrés acumulado. Si dedicas más del tiempo necesario a una tarea o proyecto, o te surge un miedo por no tener el tiempo suficiente para terminar, son síntomas de ansiedad. Incluso, si eres perfeccionista, tu ansiedad está relacionada a que no se hagan las cosas como quieres; así que te alteras, se acelera tu ritmo cardíaco y respiración. Si lo ves, esto lo padecemos día a día, es parte de la rutina, solo que no nos damos cuenta.
¿Qué hacer al respecto?
Una vez que conoces los síntomas, intenta percatarte si adoleces ansiedad. Date cuenta de cuáles son las situaciones que la detonan. Muchas veces es a causa de las clases en línea; no es lo mismo tomar clases de mate en un salón donde puedes tener atención más personalizada, que a distancia. Tu concentración diverge en muchas direcciones mientras estás conectado. El desorden o el ruido pueden provocarte esa ansiedad.
Cuando te sientas ansioso, ve a un lugar cómodo de tu casa donde puedas estar solo. Respira. Pon música que te relaje, lee un rato o escucha un podcast. Ayudará a dejar de concentrarte en la ansiedad y tu mente se mantendrá enfocada en otra cosa. El chiste es darte un tiempo, aunque sean 10 minutos. Procura que no te interrumpan. También, antes de dormir, escribe en una libreta cómo estuvo tu día, añade los eventos «negativos» que te provocaron ansiedad. La idea es descargar toda esa energía en el cuaderno, para que cuando termines de escribir te sientas con un peso menos encima. Como resultado de esta actividad, podrás relajarte y dormir mejor; también disfrutar el tiempo en familia, en lugar de estar de mal humor con ella.
Espero estos consejos te sirvan, pero, sobre todo, y si lo necesitas, no dudes en acudir con un especialista.
Foto de portada: Gino Crescoli