Por: Laura Pérez

Lo que siento por ti me da miedo, y eso que pocas cosas me atemorizan. Me da miedo tu existencia y todo lo que involucra a tu persona, no es posible que después de tantos años por fin llegó quien calla a mis demonios, cada que me miras, ellos ceden a tus deseos, manías y todo lo que desees hacer conmigo. Quisiera decirte el poder que tienes sobre mí, pero no encuentro la manera de poder hacerlo sin que suene a una forma desesperada de solicitar atención para cualquier individuo mundano.

Tengo ganas de que ardas conmigo en el infierno, de que sientas de verdad estando a mi lado, de volverte a besos, inmortal. Podría encontrar diez formas de acariciar tu cabello, cien de ponerle comillas a tu sonrisa, mil de recitar tu cuerpo, millones más de describir cómo tu participación en mi vida es de suma importancia y el por qué deberíamos sumar existencias.

No logro entender aún qué eres, de qué estás hecho y quién te crees para venir a gobernarme.

¿Por qué tú? ¿Por qué tu horrible ser tenía que gustarle a alguien como yo?

Puede que seas más maldición que bendición, solo de esa manera puedo entender el daño que me haces, que, a pesar de tener a mis demonios a tus pies, no te interese.

No sé qué duele más, si la facilidad que tienes para que me gustes, o el cómo tu desinterés me frena en millones de formas.

Quisiera seguir la lucha, pero realmente nunca me permití estar donde no se me quiere, o donde parece que no lo hacen.

Podría ser limerencia, pero a su vez puede que no, porque estoy consciente de qué siento, qué quiero sentir y hasta dónde quiero llegar a tu lado.

Pero también soy sensata y sé cuánto daño puede hacerme seguir sintiendo cosas por ti.

Estoy en cuerda floja, no sé si correr de ti, o hacia ti. Siempre tiendo a correr hacia el lado contrario de donde se encuentren mis miedos, pero contigo ¿para dónde? Si huyo puedo perder algo que pudo haber sido importante, y si no lo hago… ¿podré ser victoriosa?

Estoy en la línea entre perder mucho y no ganar, o arriesgarme y triunfar. ¿Qué tengo que hacer contigo? ¿Acaso no te soy suficiente?

Puede que me veas pequeña, pero puedo jurarte que puedo explotar lo que aún ni siquiera conocías de ti.

Puede que seas mi debilidad, lo que me hace vulnerable, pero también que pueda convertirte en fortaleza, salvación, bendición o incluso en Dios. Y puede que esas definiciones no den la talla para ser como tú.

Pensándolo bien, de ti, es mejor huir. No puedo luchar con los demonios doblegados. Lo siento.

 

Foto de portada: Laura Pérez