Por: Laura Pérez
Si hablamos de ti, de las millones de luces que irradias al describir cada gusto que tiene tu persona, los recuerdos que te dan nostalgia y los tantos más que atesoras, podría mencionar la transparencia que tomas cuando hablas de sentir miedos y terrores nocturnos, eres una extraña combinación de tantos destellos. ¿Conoces el que tienes en la mirada? Si lo combinamos con tus palabras, podríamos decir que la unión de brillos, colores y desastres de una galaxia no te llegan a los talones.
Aún no encuentro el concepto que me lleve a describir por completo tu existencia, dando por lado todo tu físico. Porque de ser así, podría hablar como fiel mundano de cada centímetro de tu cuerpo, mencionar de la manera más burda cómo tú naturaleza me parece tan exquisita. Pero a mí no me interesa que sepas cuánto interés sexual me puedes provocar…
O tal vez sí.
Prefiero que irradies tu persona, sí, que cada parte interna de ti sea un color, con una luminosidad diferente, porque si lo haces, verás la transparencia que puedo tener contigo, y el cómo juntos podemos ser uno de los eventos naturales más preciosos, perfectos, singulares y capaz de expresarse para pocas personas, principalmente para los internos…
Te deseo entre arcoíris y exclusiones, con sus fugaces y pérdidas, en las buenas y en las malas, en compañía y soledad; que seas conmigo, lo que eres contigo.
Existen pocas personas capaces de crear eventos preciosos a la vista del humano, de los simples mortales, pero que, a su vez, éstos sepan que, para cumplirlo, tengan que transcender a ser brillo y transparencia, iridiscencia. Somos capaces de crecer, creer y ser desastre con la sola pérdida del miedo.
Iridiscencia
Foto de portada: Laura Pérez