Por: Damaris Ruiz
Es 2024 y ser gay nunca había sido tan fácil, ¿o no?
Elisabetha Gruener presenta y dirige la puesta en escena Una disculpa a Lady Gaga, una cómica y crítica obra de teatro que, a través de la celebración de la comunidad gay, explora las dificultades de pertenecer a la misma.
Mediante el planteamiento de este argumento, la obra cuenta la historia de Mateo y Toño, una pareja que, después de muchos años de haber compartido momentos en su adolescencia, se reencuentra en un bar gay durante su adultez. Todos esos años que los separaron los llevaron por caminos diferentes, sin embargo, cada uno a su manera y a su tiempo descubrió su orientación sexual.

Lo que comienza como una historia de amor coming of age llena de ternura y anécdotas divertidísimas de infancias queer inocentes, evoluciona a una relación madura entre dos adultos que, aunque no parezca, de niños aún tienen mucho, dado que esa etapa de su vida fue crucial en el descubrimiento de sus identidades.
Las contrariedades y utopías son recursos que la directora emplea para resaltar que lo vibrante de los colores del arcoíris no solo puede cegar, sino que también es algo que adquiere luz propia de lugares de mucho dolor y sufrimiento. Dentro de la historia, en el personaje de Toño se refleja la negación hacia manifestaciones con demasiada purpurina, es decir, señala comportamientos sociales predominantes en la comunidad gay que de una manera exagerada buscan celebrar la homosexualidad. Por otra parte, el personaje de Mateo toma dichas manifestaciones con mucha naturalidad y divertimento. A través de este conflicto, la puesta en escena plantea un cuestionamiento respecto a cómo es que colectivamente las prácticas culturales de la comunidad validan o invalidan la identidad de las personas que pertenecen a la misma: ¿hasta qué punto conocer sobre la cultura construida funge como una carta de autorización para la permanencia?, ¿cómo se es suficientemente gay?, ¿no abrazar la cultura es señal de homofobia internalizada? Estas son algunas de las preguntas y reflexiones que, de manera muy introspectiva, la obra logra poner sobre la mesa.

El manejo escénico de la pieza funciona de una forma muy inteligente. Con solo dos actores, la historia logra desarrollarse a la perfección mediante el uso del espacio. Por una parte, la iluminación juega un papel crucial, asignando a cada temporalidad y sensación una tonalidad distinta. Por ejemplo, cuando vemos el momento en el que la pareja se conoce se ambienta con estribo y luz roja, mientras que cuando el guion rompe la cuarta pared vemos un diseño de iluminación mucho menos complejo, inclinándose más hacia la luz tenue y cálida. Además de jugar con la tonalidad, está muy presente el uso de la perspectiva y profundidad. De esta manera, en primer plano tenemos a aquel personaje que tiene la palabra y al personaje del cuál se está hablando en una posición mucho más alejada del público. Estos elementos en conjunto permiten al espectador entender que dentro del universo diegético de la obra, ambos personajes se encuentran en diferentes lugares, ya sea físicos e incluso emocionales o mentales. Esta disonancia no sólo es un elemento astuto en cuanto al montaje, sino que también es sumamente valioso en la narrativa.
Las interpretaciones de Clemente Vega y Mario González-Solís son remarcables, poseen una química innegable y un compromiso genuino con el mensaje. Ambas actuaciones son simplemente acertadas, efectivas y llenas de mucha pasión. Esta pareja le pone la “piel de gallina” a todo el foro con tan solo las miradas que entre ellos comparten.
La sinergia de una buena dirección, una inteligente producción y un increíble cast han logrado no solo plantear una puesta en escena sumamente interesante, sino también retar a una narrativa que ha sido explorada ya durante muchos años. A pesar de que en ocasiones se siente que abandona al resto de las disidencias sexuales y de género, hace un auténtico esfuerzo por profundizar en las relaciones gay y enfatiza en que ese es su propósito.
Una Disculpa a Lady Gaga podría haber sido un producto artístico más que tenga como eje principal el amor entre dos hombres, sin embargo, es una obra que propone y cuestiona, precisamente, los argumentos que han sido replicados a lo largo de la historia y genera una disputa activa en el espectador, sobre todo perteneciente a la comunidad LGBTTTIQA+, en la que a través de la búsqueda y expresión de la identidad se validan las dudas e incertidumbres que aquejan a los corazones que viven en la contrariedad de saber que en el proceso de amar, también coexiste el odiar.
La Teatrería
Tabasco 152, Col. Roma Nte., Alc. Cuauhtémoc
Temporada
Del 13 de agosto al 29 de octubre de 2024
Horario
Martes 20 horas
Boletos
$300 pesos
Foto de portada: Cortesía Insecta
